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Circuitos

SAJCM

Luis Vassallo

01.2015

ZANCADILLA

Zancadilla

Un pie aparece a través de una maraña de trazos y colores un tanto ácidos y sucios. El motivo parece salido de una talla africana pero hecha en un posible futuro o interpretada por otra cultura. ¿Ese enjambre ha devorado al resto del cuerpo, o es el pie quien emerge poniendo la zancadilla a ese arbusto imposible?

No, en realidad esos trazos son el cuerpo al que pertenece el pie. Lo que sucede es que está cambiando muy rápido y no somos capaces de percibirlo. Está haciendo la digestión, como los Meandros de Gordillo, y a la vez nos está revelando algo hermoso como en los Espejos de Quejido. Es una identidad cambiante; o mejor es otra identidad, una de esas que utilizamos para ser más nosotros mismos. Algo confuso, pero como dice Vila-Matas, mejor no comprenderlo a la primera, no vayamos a caer en el aburrimiento más letal. Pero ojo, antes que él también lo dijo Fellini, y antes que Fellini, Novalis.

El caso es poner las cosas patas arriba. Cuando Balzac narró el delirio, el pie era lo único que quedaba de un arte establecido, lo único que pudo distinguir la mentalidad del joven Porbus. Pero ahora esta imagen se nos presenta diferente, con sus significados del revés. Ese matojo de colores informes se ha convertido en academia, y el volumen del pie nos molesta, haciendo saltar el resto por los aires, y es la redondez de ese icono lo que desactiva la imagen. Es redundante que un pie ponga la zancadilla, pero casualmente ha ocurrido así; esa cosa obvia que sorprende y tranquiliza a la vez.

Quizá fue Balzac el primero que soñó la pintura americana. ¿O fue Greenberg quien invirtió el ideal de Frenhofer? Creyendo ser Baselitz; volteando sus cuadros, confiando en la magia de ese gesto, como si fuese ya lo único capaz de crear algo nuevo. Voltear e invertir son la misma zancadilla, en este caso para perder un equilibrio temporal. Sentirse desprovisto de un presente palpable para mirar más adentro. ¡Que bien poder hallarse uno mismo suspendido! Y desde la quietud observar ese juego de saltos y tropiezos.

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