Dudo
El pintor Mastretta lo ha vuelto a hacer
Dudar es el origen. Darnos el tiempo. Dejarnos sorprender.
El Money Jungle de Ellington; el chaflán decó entre dos calles depauperadas; la foto de archivo, recortada de un periódico, donde de pronto refulgen claves inermes; las formas extrañas con las que los otros se muestran; el coraje estridente de un perro faldero y la elegancia imprevista de su dueña; el recuerdo del Pontiac de tu padre, de sus camisas y de todo lo que la memoria ha agrandado en él y hecho más pequeño.
Hacer.
Imponerse unos límites, un lenguaje, y ser fiel a ellos, procurando que la libertad se cuele por intersticios incontrolables. Abrir las ventanas, buscar, insistir, ofuscarse.
Untar pintura, encauzarla, arrojarla sobre el lienzo o el papel, derramarla, estrellarla, dirigirla.
Saber que un cuadro muerto es la sombra de otro cuadro muerto, un cuadro que se pinta de memoria, que se pasa a limpio o que no se basta por sí solo y necesita el acompañamiento de otros iguales.
Un cuadro vivo es tan distinto de otros cuadros como una persona de otras. Nace y se conjuga mediante constelaciones y relaciones de parentesco, pero en su interior sucede algo propio, inexpresable, que lo distingue. Condiciona la mirada de quien se detiene sobre él, la obliga y la modifica; visualiza en algún lugar el conflicto del cual nace, retiene algo de lo que sucedió mientras se pintaba.
La posibilidad de errar y los diferentes matices a que esta da lugar son, naturalmente, infinitos. No siempre se acierta con la misma contundencia, no es fácil encontrar la formulación exacta donde confluyen en cada caso el espacio y el tiempo. Pero es necesario estar cerca, bordearla.
Que perseguir, que asediar.
Que aguantar, y sólo así ganar a veces -aunque sea en contra de uno mismo.
Titulares de periódicos de hoy, quince de marzo de 2017: El dueño del piso del primer
burdel de muñecas de España rescinde el contrato.
Y este, un poco más abajo: El chapo tiene alucinaciones en prisión: oye música en una
radio apagada.
O un pensamiento vulgar que me vino ahora, al levantar la mirada después de transcribir
titulares: imposible no jugar a detective esperando por la colada en la asepsia fluorescente de una lavandería de auto servicio.
Ellington, Getz, Baker; Motherwell, De Kooning y Phillip Guston. Latidos de Norteamérica y de Europa. Kerouac, Camus, Truffaut, Sam Peckimpah y El corazón de las tinieblas. La guerra de Vietnam, el pop, David Hockney y Amy Winehouse. Castilla y el mar, las algas y los diminutos seres dudosos estampados en la arena por el oleaje.
México, Bajo el volcán. El arco y la furia, el ruido y la lira.
Marcos Giralt Torrente