Paisaje Interior
Luis Vassallo
04. 2019
Paisaje interior hace referencia a un libro y una exposición; El territorio interior de Yves Bonnefoy y la exposición La abstracción en el paisaje (Fundación Juan March, 2007). En el primero el poeta habla de una patria medio soñada medio real, producida por la contemplación del arte italiano, mientras que en la segunda se expuso una línea que unía, de manera cristalina, el paisaje romántico con la abstracción moderna.
Pero volvamos al título. Si uno se detiene a leerlo enseguida se dará cuenta que es completamente contradictorio. El paisaje es algo que está fuera, no dentro. Y sin embargo leyéndolo por encima puede parecer de lo más normal y anodino. En realidad el oxímoron es una figura literaria muy popular y rápidamente puede pasar desapercibida.
La pintura también tiene esta capacidad de aunar cosas muy dispares
y juntarlas con cierta naturalidad. Uno de sus territorios comunes es la relación entre figuración y abstracción. Yo, personalmente, bebo de una tradición que trata de conciliarlos o al menos de no dar por zanjado el tema. Figuraciones que se abstraen o sintetizan, abstracciones en las que se intuyen motivos... todo ello imbricado con la propia naturaleza de la pintura.
En esta exposición, a diferencia de las anteriores, lo figurativo y lo abstracto, aparentemente se han polarizado y se han ido cada uno a su extremo. Como si se hubiese separado el trigo de la paja.
Por un lado, unas esculturas pintadas de manera realista nos presentan imágenes del mundo antiguo: Grecia y Roma, en periodos más arcaicos o más clásicos, también Egipto e incluso Benín pero ya en una época más reciente. Para mí estas figuras son amuletos y enigmas de realidad, objetos a la vez de estudio y fascinación, detonantes de mi propio “territorio interior y, curiosamente, todas ellas son cuerpos; de personas, de animales, de dioses híbridos con cabeza de pájaro o cuerpo de pez, pero todos cuerpos.
Y por otro lado, a éstas figuras las rodea un espacio de campos de
color y grafismos donde las reglas de un mundo abstracto ordenan
la superficie. Como si un profesor de la Bauhaus, Klee por ejemplo, hubiese dicho; —pon ese círculo allí, esta línea acá y ese rectángulo... más abajo, hasta que compense su peso—. Pero yo, como Klee, no soy muy ortodoxo y enseguida, de ese espacio empiezo a sacar de manera esquemática otras cosas; bastidores, escaleras, bulbos, arcos, o simples perspectivas de una habitación. Un mundo intermedio de signos que nos recuerda que un círculo puede ser un sol o que dos rectángulos con las proporciones adecuadas pueden ser la silueta de una catedral.
Luis Vassallo mayo 2019