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El espacio alrededor

Museo ABC

Elena Alonso

11.2015

El Museo ABC, dentro de su programa Conexiones, acoge el trabajo de la madrileña Elena Alonso (Madrid, 1981), una de las artistas más identificadas con el dibujo de su generación. Para la exposición ha desarrollado un conjunto de obras inédito, entre las que se incluyen obras sobre papel, piezas objetuales y una instalación que se despliega por las paredes de la sala, a modo de elementos decorativos arquitectónicos (cornisas, jambas y molduras), envolviendo al espectador muy discretamente en un mundo de ritmos y variaciones donde el vacío entre los elementos significativos adquiere el protagonismo final.

Elena Alonso

Como en todas las ediciones del programa Conexiones la artista ha escogido dos obras de cada una de las instituciones que impulsan el proyecto: el Museo ABC y el Banco Santander. Elena Alonso ha escogido para inspirarse la obra “Parere su l’Arquitectura, un grabado de Piranesi fechado en 1765, perteneciente a la Colección Banco Santander y la pieza “La encerrada” de José Luis López Sánchez del año 1933, que pertenece a la Colección ABC.

«Elena Alonso permanece siempre en la frontera entre mundos opuestos», afirma Óscar Alonso Molina, comisario de la muestra y del programa. «Su obra, por ejemplo, se sitúa al borde de la completa abstracción, a pesar de que el espectador se ve asaltado constantemente por alusiones figurativas o contemplando sus trabajos se tiene la impresión de estar ante una pintura de naturaleza geométrica, con su predominio de la simetría axial y esa férrea distribución de las partes, cuando realmente hay un constante juego de proporciones, sí, pero basado en los efectos de no repetición, de falso equilibrio». Igualmente, otro nuevo juego de oposición surge tras la apariencia de un planteamiento casi clínico, frío, aséptico, distanciado, como llegado del mundo del lenguaje técnico o de los libros de ciencias (catalogación, archivo, descripción analítica, despiece), cuando sus imágenes, contempladas con detenimiento terminan por envolvernos con su delicada sensualidad, sus matices y sutiles acabados —que son todo un reto a los sentidos—, en un mundo de puras sensaciones.

Por último, a pesar de su hermetismo y cierta inteligibilidad, estos dibujos se prestan a la tentación de ser leídos, como si se tratara de escritura enigmática, codificada. Sin duda de ello deriva también ese aire egipcio de sus imágenes más recientes.

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